Dicen que el cómic no es literatura. Esto es una discusión en la que no voy a entrar. Pero sí os digo, que pueden ser (no todos, por supuesto), un arte. Dice muy acertadamente un columnista del Diario El País, Ángel L. Sucasas que el cómic es un tipo de narración en viñetas.
"Y ¿qué es una viñeta? Una vidriera a un espacio y un tiempo que el lector puede completar en su propio tiempo. Esa vidriera se compone de dos facetas, el guion y la ilustración. Pero el guion de un cómic no es meramente la escritura del relato, sino la disposición y relación entre esas ventanas a un espacio y un tiempo concreto."
Te tomo prestadas Ángel, estas palabras, porque no se me ocurre una forma mejor de describirlo.
Y cuento esto porque ayer 25 de Febrero tuve el privilegio de presentar, de forma online, un nuevo tomo de la editorial Cascaborra, el nº 30. Lo protagoniza el "San Telmo", un navío de la Armada Española que en 1819 desapareció en aguas del Mar de Hoces, próximas a la Antártida, a la que se cree llegaron parte de sus 644 tripulantes.
El texto es fruto del magnífico trabajo realizado por la Dra. Alicia Vallina, historiadora, conservadora de Museos y actualmente Coordinadora Técnica de la Unidad de Coordinación de Museos en la Subdirección General de Publicaciones y Patrimonio Cultural del Ministerio de Defensa.
Las ilustraciones son magníficas, y corren a cargo de Sergio Galisteo,a compañando de una forma expresiva y didáctica el contenido de la historia. Os dejo aquí alguna muestra:
Ilustraciones de Sergio Galisteo para el cómic "San Telmo"
La historia, contada por la propia Alicia, es apasionante. Con la intención de frenar estos intentos, el 11 de mayo de 1819, parte del puerto de Cádiz la llamada División del Mar del Sur, una agrupación de varias embarcaciones que, con destino a Lima, dirigirán sus esfuerzos a frenar estos primeros levantamientos.
En este ambiente, y ante las insistentes peticiones de los gobernadores de las provincias en el Pacífico, fue organizada con premura la escuadra denominada División del Mar del Sur. La componían cuatro buques: dos navíos, una fragata de guerra y un mercante: el navío San Telmo; el navío Alejandro I, de 74 cañones, y uno de los navíos que dos años antes habían sido comprados a Rusia en un estado tan lamentable que al llegar al Ecuador y ante los evidentes daños, tuvo que regresar de vuelta a la Península; la fragata Prueba, de 34 cañones, construida en el Ferrol en 1804 al mando de don Manuel del Castillo, y la fragata mercante Primorosa Mariana, de 48 cañones, al mando de don Melitón Pérez del Camino, para el transporte de tropas.
El navío San Telmo, de 74 cañones, había sido construido el 20 de junio de 1788 en los Reales Astilleros de Esteiro de El Ferrol, siguiendo el sistema del ingeniero naval don Joaquín Romero y Fernández de Landa. Formaba parte de la serie de navíos llamada Ildefonsinos -comenzada con el San Ildefonso-, equilibrados en condiciones marineras y de velocidad y uno de los mejores diseños navales de finales del siglo XVIII.
Construido sobre una quilla de roble, constaba de dos puentes para el emplazamiento de la artillería y unas dimensiones de 52 metros de eslora, 14,5 metros de manga y 7 metros de puntal. Su desplazamiento aproximado era de 2.750 toneladas y alcanzaba una velocidad máxima de 14 nudos con la carena limpia.
El jefe nombrado para el mando de la División debía relevar al comandante del Apostadero del Callao, capitán de navío don Antonio Vacaro, quien había cumplido ya los tres años reglamentarios al frente del mismo. Lo anterior, junto con lo precario de los buques designados, pudo ser el motivo de la ausencia de voluntarios para asumir el mando. Debido a ello, el nombramiento para el mando de la División recayó en el brigadier don Rosendo Porlier y Sáenz de Asteguieta, quien izó su insignia en el navío San Telmo el 19 de marzo de 1819. Por su parte, como comandante del San Telmo, será designado el gaditano, capitán de navío, don Joaquín de Toledo y Parra, con una tripulación de 644 hombres.
Museo Naval. Madrid
Al comienzo de la travesía los buques consiguieron mantenerse juntos y penetrar en el mar de Drake. Pronto la suerte comienza a serles desfavorable; el mal tiempo y las tormentas se suceden causando graves daños al San Telmo y dispersando los buques. Sólo las dos fragatas consiguen por separado dar noticia al puerto de destino, Callao. El día 2 de octubre lo hace la Prueba y siete días después la Primorosa Mariana, que informa haberse separado del San Telmo el día 2 de septiembre, en la latitud 62º sur y longitud 70º oeste, dejándole con averías en el timón, tajamar y verga mayor.
A finales de 1819, el capitán británico William Smith llega a las Islas Shetland del Sur en la Antártida, y toma posesión de ellas en nombre del Reino Unido. Al año siguiente, James Weddell, al mando del bergantín Jane, alcanza también los territorios antárticos, terreno fértil para la caza de focas y lobos marinos. Entre 1822 y 1824 el propio Weddell escribirá el diario de sus viajes, publicado bajo el título Viaje hacia el Polo Sur, llegando a los 74º de latitud sur, nunca anteriormente alcanzada y mencionando la existencia, en aquellas tierras, de restos de lo que parecía ser un navío español naufragado tiempo antes.
No fue hasta 3 años después, 1822, cuando el navío fue dado oficialmente de baja de la Armada Española.
Maqueta del San Telmo
Museo Naval. Madrid
La historia sobre la desaparición y el hundimiento del San Telmo fue narrada por afamados escritores de los siglos XIX y XX, entre ellos Antonio de San Martín en su relato Viaje a la eternidad de 1883, o el propio Pio Baroja, en un artículo publicado en el diario Ahora Madrid el 14 de enero de 1934 bajo el título El final del navío San Telmo. Un barco naufragado en el hielo sobre el que se construyó un mito que aún hoy pervive.
La historia del San Telmo permaneció prácticamente olvidada hasta que el Dr. Manuel Martín Bueno, junto con un grupo hispano-chileno de arqueólogos, geólogos y marinos de la Armada, organizó varias campañas de investigación en la zona entre 1993 y 1995. Con modernas técnicas, catalogaron diversas anomalías magnéticas sumergidas que podrían resultar ser cañones y anclas que aún están por bucear. Levantaron la cartografía de esos lugares y, en tierra, encontraron algunos objetos sorprendentes como restos de maderas o calzado. Se localizaban, por tanto, las primeras evidencias de lo que podía haber ocurrido con aquellos 644 hombres olvidados por la historia. Las pruebas no son concluyentes ya que no hay ningún objeto atribuible directamente al San Telmo. Pero las evidencias nos dicen que pudo llegar a la costa del continente helado siendo marinos españoles los primeros en pisar la Antártida.
No dejéis de leer este cómic; es una manera estupenda de conocer parte de nuestra historia, funadamental para saber de dónde venimos, quienes somos como nación, y adónde queremos dirigirnos.
En mi perfil de Instagram @noencuentrolibros, está colgado el directo con la entrevista a la Dra. Alicia Vallina, que podéis ver siempre que queráis.
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