Dicen que el sueño de todos los que nos consideramos un poco "frikis" de la lectura es abrir una librería. No están del todo equivocados, en mi caso. La verdad es que tengo que confesar que soy infinitamente más feliz en medio de los libros que en una tienda de ropa. Así tal cual.
Es por esto que leí con mucho interés hace poco, la entrevista publicada por Inés Martín Rodrigo en el periódico ABC (07-06-2019), a la autora del libro Rialto, 11: Belén Rubiano.
Belén Rubiano, fotografiada por MAYA BALANYÁ
Belén Rubiano (Sevilla, 1970), tuvo que echar el cierre de su pequeña librería en la plaza sevillana del Rialto tras cinco años. Todo esos sinsabores, luces y sombras, que atravesó durante el proceso, (de una profesión a la que admiramos y que envidiamos a partes iguales, todo hay que decirlo), es lo que refleja en su libro, "Rialto, 11", publicado por una de mis editoriales favoritas, Libros del Asteroide.
Rubiano reconoce que, tras el cierre, llegó a la conclusión de que «al ser humano no le gusta conocer el rostro de la persona a la que le va mejor gracias a sus compras, prefiere comprar en Ikea porque no sabe quién es el dueño».
La pregunta es, ¿estamos deshumanizando la compra de libros? Reconozco que soy de las primeras que compra en Amazon, Troa online o la Casa del Libro. Te lo envían a casa con tan sólo un click.
Al hablar por ejemplo de Amazon, Rubiano asegura que «no es competencia». «A este sector no le afecta tanto como a otros. Media España está despoblada de librerías. Si Amazon está cubriendo para esos sectores de la población una función muy similar a la que hacía Círculo de Lectores, no veo dónde está el problema. Amazon compra libros a editores, con lo cual la rueda sigue girando».
Sin embargo, no hay nada comparable con el trato personalizado que te dan en esas librerías de barrio, en las que el librero de toda la vida te aconseja según tus gustos, y nada más entrar por la puerta, ya te ha diagnosticado si estás en el momento de novela histórica o de drama lacrimógeno. ¿O no?. Por no hablar, del placer de tocar. Sí, de tocar. Porque el tacto en esto de los libros también es una parte importante del proceso de comprar un libro. Cogerlo entre tus manos, disfrutar la portada, pasar las páginas, e incluso oler el libro a nuevo.
Os invito de vez en cuando a pasaros por esa librería, en la que muchas ocasiones tenéis tentación de entrar, y dejaros seducir por el interior. Porque cada cliente es un paso menos hacia el cierre de muchas de ellas. Y por supuesto, os invito también a leerlos este maravilloso libro y disfrutar de él. Yo me he reído muchísimo, y he sufrido algo también con la autora, a lo largo de sus más de 200 páginas repletas de divertidas, y no tan divertidas anécdotas sufridas en su librería de Sevilla, y el naufragio final plasmado en cierre.